
Para un jugador de la NBA, entrar en el Salón de la Fama es el mayor honor que puede alcanzar. Lejos de MVPs, títulos y All Stars, el Hall of Fame representa ganarse el respeto de todos tanto en el terreno deportivo como en el personal.

Este pasado sábado 10 de septiembre como cada año las puertas se abrieron de nuevo para incluir a 10 personas más en tan exclusivo club. Y casualidades de la vida este año han coincidido tres de las personalidades más magnéticas de la historia.

El primero en hablar fue el techo de la liga, el último emperador de los tableros, Yao Ming. El ex jugador de los Rockets, que tuvo que retirarse en 2011 prematuramente por problemas físicos, impactó en la liga de una manera que trascendió lo deportivo. Además de dominar los tableros, cambió un deporte en el país más poblado del mundo, y por su culpa en cada rincón del gigante asiático hay ahora una cancha de baloncesto y en ella millones de niños jugando y soñando para seguir sus pasos.
Aquí os dejamos su discurso en el que no escatimó bromas a costa de Allen Iverson y Dikembe Mutombo
“The answer”, Allen Iverson fue el segundo en subirse al estrado a dirigirse al público. Siempre será recordado en las pesadillas de sus defensores, a Tyron Lue seguro que aún le duele el tobillo después de aquel crossover.

Su discurso fue el más largo, pero quizá el más emotivo, el jugador estuvo al borde de las lágrimas varias veces, agradeciendo desde a su ídolo Michael Jordan como a sus seguidores en Philadelphia, su espinita clavada al no llevar nunca un título a la ciudad que lo encumbró.
El último en subir, fue también el ultimo center dominador de la NBA. Nadie se ha acercado nunca a su estela y mucho menos a su arrolladora personalidad.

Shaq subió al escenario y llegó el turno de las risas, el exjugador no decepcionó y saco su cara más showman que hizo las delicias del respetable. Bromeó con todo lo que se le puso por delante e incluso dedicó unas palabras a su excompañero Kobe Bryant, al que agradeció que le empujara a ganar 3 anillos con los Lakers, pero también le empujara fuera del equipo rumbo a Miami, classic Shaq.
Los demás honrados de esa noche fueron: Jerry Reinsdorf (dueño de los Bulls más laureados de los 90); Sheryl Swoopes, la primera jugadora de la WNBA que firmó un contrato, Tom Izzo, entrenador universitario de Michigan, John McLendon (entrenador) y Cumberland Posey (jugador) Zelmo Beaty (jugador), Darell Garretson (árbitro)



